Otro ilustre filósofo (Fernando Savater) nos hace un relato personal de su feliz descubrimiento del mundo de la lectura:
Yo tenía como diez años y caí enfermo de […] una especie de sarampión benévolo; se me recetaron veinte días de reposo en perfecto aislamiento, para evitar que contagiase a mis hermanos y compañeros de colegio. Me instalé en el dormitorio de mis padres -¡atención psicoanalistas! y durante esa venturosa quincena fue mi único horizonte. Atrincherado en mi refugio, me pasaba el día en la cama, charlando esporádicamente con mis hermanos, que se asomaban de vez en cuando a las puerta cautamente, guardando las debidas distancias, y me consideraban con envidia. […] No paraba de leer leía dos o tres libros diarios, sin contar mi docenita de tebeos. […]. Por la noche, al apagar la luz, sentía escalofríos de gozo al pensar en el día siguiente […] es la primera y última vez que he aprobado sin reservas el futuro. De vez en cuando, dejaba el libro abierto sobre la colcha y cerraba los ojos, en un trance de dicha tan intenso que me daban ganas de llorar. […] Estoy seguro que fue entonces y solo entonces cuando me sentí feliz.
Savater, F. Citado en Newman, B. y Ruy-Sanchez, A. (2007). 101 Aventuras de la lectura. México, D.F.: Artes de México-IBBY México.
El célebre psicoanalista mexicano Santiago Ramírez publicó hace ya varias décadas su libro «Infancia es destino» destacando el papel primordial que juegan las experiencias infantiles en la vida adulta. Esta misma idea la expresó el poeta inglés William Wordsworth al decir «the child is father to the man» (el niño es el padre del hombre). En casi todos los estudios de psicología del desarrollo se indica de una forma u otra que aquello que vivimos de niños con frecuencia define lo que somos como adultos.
Una vez más las Uei Tlatolli de esta semana en labios de Savater, evocan conocimiento previo, activan redes semánticas, memorias episódicas, vibran de nuevo emociones asociadas a nuestro proceso de literacidad. No todos hemos tenido una experiencia tan favorable con la lectura como la tuvo Savater, no hemos estado tan naturalmente dispuestos a leer, ni hemos necesariamente crecido en ámbitos donde el libro estuviera disponible o se venerara su presencia. Sin embargo estamos aquí en un diplomado manejando una gran cantidad de información, interpretándola, reflexionando con ella, creando texto para comunicar ideas complejas. Estamos inmersos en un complejo proceso de literacidad que demanda uso extenso de nuestros recursos cognitivos. ¿Cómo hemos llegado a ser «virtuosos» en el manejo del texto? Ha sido este, sin lugar a dudas, un larguísimo proceso pero ¿cuáles fueron sus fuentes? Si infancia es destino, ¿qué pasó en nuestros primeros años que ahora podemos decir engendró nuestro destino como lectores? Si el niño es el padre del adulto, ¿Cómo la experiencia infantil forjó el maestro profesional que hoy intenta deshilar la entramada tela de la literacidad?
Uei Tlatolli y sus lectores, esperan saber de esas experiencias. Ya algunos nos han relatado de ellas en otros puntos del Blog. Pueden retomarlas ahora que el texto de Savater invita a una nueva reflexión…
Héctor Méndez
que cierto es que uno es lo que haces en la vida y de como en este ir y venir de nuestro constante andar nos encontramos con un sin fin de momentos de lectura, cada cual con lo que le gusta, sin embargo lejos de ser lectores criticos hemos habituado lo estandarizado que es navegar en un mar de palabras con un soo navio sin reconocernos como personas que podemos llevar una barca mas grande para dar sentido.
solo hay que creer en la capcidad de uno mismo y adentrarse en cada mundo en que se ha convertido la lectura.
como dice un viejo y conocido refran: «desgasta un libro con el constante rose de tu mirada».
mi hijo de 11 años (buen lector) y yo, disfrutamos esta breve lectura y él recordó que cuando ha estado enfermo le pasa lo mismo que al autor.
Casi de esa manera conocí a Gabriel García Márquez, tenía temperatura y me llevaron a casa de un tío en Metztitlán, Hidalgo; me recostaron en un cuarto y ahí, en una revistera estaba un libro grueso, me llamó la atención los abrí en las páginas intermedias y no paré de leer. No lo terminé pero lo solicité prestado y volví a empezar desde el inicio.
Ya había leido varios libros, en ese entonces tendría trece o catorce años pero un libro con tal cantidad de hojas era casi imposible. Lo leí y lo leí y conforme pasaba el tiempo me enredaba en esas historias, Imaginando a Macondo, a Ursula, a Aureliano, a José Arcadio; revolviéndome con Arcadio José. Recordando a Melquiades con sus poderosos imanes (ya había tenido un acercamiento con esa escena en alguna lectura de la primaria cuando gritaba «los objetos tienen vida solo es cuestión de despertarles el ánima», pero entonces no lo había comprendido del todo).
Es casi seguro que lo he leido unas dos veces más completo y no dejo de facinarme y en ocasiones he utilizado citas de ese libro para algunos trabajos.
Pero en fin quedé prendado de Cien años de Soledad y leí otros libros de Gabriel García. Por cierto un amigo me envio, de regalo de cumpleaños, el libro digitalizado de «Recuerdo de mis putas tristes» y planeo disfrutarlo en estas próximas vacaciones.
He vuelto a tener calenturas, pero no la dicha de encontrar a la mano otro libro que me atraiga tanto; aunque si he encontrado otros muy interesantes en otros momentos.
Mi padre con su ejemplo me mostró el camino a la lectura y yo sin darme cuenta he hecho lo propio con mi hija. Cuando ella tenía 3 años le encantaba que le leyéramos el cuento del Rey León y de repente ya lo leía hoja por hoja, palabra tras palabra, como nosotros se lo leíamos, por supuesto que lo aprendió de memoria, pero hoy al paso del tiempo mi adolescente niña no para de leer todo aquel libro que sea de su interés, su gusto por la lectura ha ido creciendo con ella, leyendo a autores diferentes, con historias diferentes, pero sobre todo comentando y reflexionando sobre lo leído con todo aquel que le quiera escuchar y en donde por supuesto yo le pongo mucha atención como parte de ese selecto grupo de comentaristas.
Cuando mi hija tenía 3 años le encantaba que le leyéramos el cuento del Rey León y de repente ya lo leía hoja por hoja, palabra tras palabra, como nosotros se lo leíamos, por supuesto que lo aprendió de memoria, pero hoy al paso del tiempo mi adolescente niña no para de leer todo aquel libro que sea de su interés, su gusto por la lectura ha ido creciendo con ella, leyendo a autores diferentes, con historias diferentes, pero sobre todo comentando y reflexionando sobre lo leído con todo aquel que le quiera escuchar y en donde por supuesto yo le pongo mucha atención como parte de ese selecto grupo de comentaristas.
Voy a aprovechar este texto de Savater para poner en práctica con mis alumnos algunas de las estrategias de comprensión lectora que estamos estudiando en este curso, luego les comento como fue la experiencia. Pero antes que todo, quiero decirles que efectivamente, en la medida que tenemos la oportunidad de acercarnos a la lectura a una edad más temprana es más fácil enamorarnos de ella. En lo particular, en mi casa llegaba el periódico (No con la puntualidad y consistencia aceptable, puesto que era una comunidad rural) y su servidor tenía la encomienda de repartirlo a la clase lectora de la comunidad, así que me fuí adentrando en los diversos textos de las distintas secciones del periódico, de manera que para cuando ingresé a la escuela primaria (de 5 años) ya tenía una experiencia considerable en el trato a las letras si bien no en forma dirigida , sí en forma empírica. Y hasta la fecha conservo esa agradable costumbre que después se transformó en hábito y posteriormente en conducta, de leer y saber leer. Así que me quedo con la última frase de Savater «Estoy seguro que fue entonces y solo entonces cuando me sentí feliz».
Es cierto, la lectura se huele, se siente. No sé si he aprendido a leer, pero me gusta conocer, imaginar, atinarle a los finales. El sentir del papel, el olor de las hojas y la tinta siempre es una experiencia.
El periódico fué uno de los primeros «grandes texto» que tuve en mi infancia para leer y eso porque mi padre le gustaba demostrar que tenia algo más que decir en sus charlas de bohemia.
Ahi conoci a Benedetti, Monterroso y no sé cuantos más. Al leer se conjugan varios textos ( no nenecesariamente letras) en mi mente y eso hace que disfrute más.
La lectura es como parte de mis recuerdos.
Temachtiani:
Mi autobografía lectora se remonta a mis primeros años, cuando me cantaban «nanas» y después jugaba a la ronda, cargando una caja de miel y tentando al lobo que se vestía prenda por prenda para perseguir a los niños que le preguntaban si estaba allí. Al mismo tiempo me gustaba leer un libro, que hoy sé era un diccionario infantil, con ilustraciones que me hacían imaginar historias, tanto como escuchar narraciones.
Igual que Savater, recuerdo (todos recordamos) cuando enfermé de lo mismo y tuve que faltar a la escuela, así que los cuentos de Grimm, con unos grabados de Davanzo y otro que tenía los de Doré, me acompañaron aquellos días, así como unos de poesía de Juana de Ibarbourou y el tradicional «Libro de Oro de los Niños». Recuerdo que un maestro amigo de mi tía Magda me llevó a regalar «Mujercitas» y «Hombrecitos» y me leyó algunos fragmentos. Pero mi tía, quien había ido al DF , y sabiendo que yo veía de vez en cuando a Chabelo, me trajo dos enormes bolsas repletas de historietas de Editorial Novaro, como las que regalaban en su programa, ¿las recuerda? Así que mi cama era un gran valle rodeado de montañas de libros y revistas ¡qué felicidad! Por supuesto que también veía la tele, y vi con extrañeza a las heroínas de la Independencia con pestañas postizas y delineador líquido en «Los Insurgentes».
¿Qué más leía? A Verónica Volkow, en «Siempre!», en aquellas ediciones de formato grande; a «Los Agachados» de Rius, el Memín y libros de historia. Fíjese que en estos tiempos que está tan de moda criticar los métodos de lectoescritura tradicionales, algunas personas denigran al libro de texto gratuito, el que tenía la pintura de González Camarena. Pues a mí me hacían contarme historias, y cuando se los muestro a mis alumnos, en pleno 2008, ellos dicen que les gustan y los leen, observan y descubren cosas que nosotros los adultos no habíamos notado antes; no en balde presidieron su edición don Martín Luis Guzmán, José Gorostiza, Alfonso Caso y Román Piña Chan, entre otros intelectuales mexicanos.
Después llegarían los libros de Elena Poniatowska, quien siempre escribe sobre su mamá; José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis…y los rusos: Lermontov, Gogol, Pushkin, Tolstoi, Chéjov y un largo etcétera que se funde con autores eslavos y magyares.
Muchos autores y diversos temas van amueblando el espíritu lector, mencionar a unos equivale a tener que dejar para después a otros, no por eso menos queridos, como los poetas mesoamericanos o Mallarmé o Borges. Se lee sobre Historia y
narrativa, o sobre pedagogía y poesía medieval…se lee porque la lectura es uno de los tesoros más preciados. Y aunque no nos demos cuenta, lleva implícita la literacidad.
Rosalía.
Yo quiero comentarles, que cuando curse el primer año de primaria, la maestra nos ponía de pie, el libro en la mano derecha y a leer, pero yo era surda y eso no le parecía a la maestra y me amarraba la mano izquierda para que utilizará la mano derecha. Esto me causo una gran tristeza y un alejamiento de la lectura. Así pasó un tiempo, mi papá se dio cuenta e inició un trabajo de motivación con la compra de libros que yo quería. Me gustaban mucho los programas de animales y mi librero se fue llenando de textos con esa temática – Aunque poco los disfrutaba. Varios años más tarde, llegaron a mis manos libros de José Saramago, inicié la lectura y desde ese momento me volví lectora, posteriormente leí una obra de Ethel Krauze que confirmó lo que tenía yo en el pensamiento; los textos tienen vida, se sienten, se saborean, se sufren, huelen, se disfrutan. Y ese es el reto, encontrarle el gusto a lo que leemos. Existen libros que no se pueden dejar hasta terminarlos.
En la casa tenemos una pequeña biblioteca en la que contamos con algunos libros del año de 1650 y más, al leerlos y encontrar en ellos notas, hojitas con pensamientos, algunas anotaciones, dedicatorias, etc. me transmiten el gusto de los lectores anteriores y esos libros toman otra dimensión en mi vida. Ethel Krauze, dice, los libros nuevos huelen a tinta y a papel, no me gustan, en cambio los libros leídos por otros huelen a vida.
Hoy, leo por gusto y procuro transmitir mis experencias lectoras a mi hija y a mis alumnos, esperando encuentren el gusto por la lectura en algún momento.
Gracias por leer este relato, les he compartido un pedacito de mi vida.
la lectura comenzo en casa principalmente con historietas biblicas que nos leia mi madre en las tardes lluviosas de otoño en invierno en la sierra norte, no habia manera de jugar afuera, con 8 hijos debia ingeniarselas para mantenernos tranquilos y dentro de casa, asi que compraba historietas biblicas y nos las leia una y otra vez con una entonacion que despertaba nuestra imaginacion creyendo que estabamos en esas epocas casi vivivendo lo que nos contaba.
esa fue la mejor manera de aprender, todos msi hermanos y yo entramos a la primaria leyendo y en estas fechas todos adultos 6 con profesion y 2 con ocupacion seguimos siendo elctores asiduos aun cuando no sean tardes lluviosas de otoño recordando, imaginando instruyendo..Savater dice que en epoca de enfermedad, yo digo qu en epoca de prevencion de enfermedades
es necesario comprender lo bien que se estructura el contenido, ya que a la comprensio se basa uno a la teoria del interes en juego, mi interes es aprender o comprender, o enseñar………………….?=???
el primer acercamiento que tuve con la lectura fue cuando mi madre nos regalo un libro de cuentos, nos inicio la lectura de uno de los cuentos, y despues nos lo entrego a mis hermanos y a mi, despues cada que nos entregaban los libros de texto del ciclo escolar, nos juntabamos en la cama mis hermanos y yo, poniamos cada quien su libro nuevo y empezabamos a leer los cuentos, poemas, canciones, en fin todos los textos que encontrabamos, hasta el mas pequeño que no sabia leer aun, se iba para poder escuchar lo que estabamos leyendo, cuando entre a la secundaria una de las clases que mas me gustaba era la de español, siempre buscaba los fragmentos de novelas que ponian en los libros y los leia con regocijo, en la preparatoria en lectura y redaccion no nos entregaban libro pero nos sugerian algunos titulos de novelas que podiamos leer, algunos de los que lei fueron: Mujercitas, El Zarco, Clemencia, La cabaña del Tio Tom, y otros mas que en secundaria solo habia leido una pequeña parte.
en la normal, recuerdo que era infinidad de textos de cada materia que teniamos que leer de un dia para otro, yo no era una persona a la que le gustara mucho leer textos informativos, sin embargo era tanta la presion de leer los materiales que tuve que hacerlo, hoy en dia si de pasada hay un titulo que me llame la atencion, me detengo y leo la informacion, a mis alumnos siempre les digo que cada mensaje escrito merece ser leido porque es un mensaje que es solo para la persona que sepa descifrarlo.
Es muy agradable el leer los comentarios de los compañeros y de saber que en la mayoría sean positivos los recuerdos del cómo aprendimos a leer, de cómo fue ese primer encuentro con los textos. Mi comentario se enfoca al aprendizaje de la lectura que aprendimos en la escuela y que como a pesar de que era un hecho mecánico (en mi caso) y que lo importante era la fluidez y cantidad de palabras que pudieramos expresar, de alguna forma se sembró la semilla del placer por leer y que a partir de ahí hemos tratado de dar forma a un proceso de comprensión. Proceso que actualmente continuamos desarrollando. Saludos a todos y gracias por compartir sus experiencias
Para mí leer no fue fácil pero me interesaba ,en la comunidad donde vivía mi papá asistia por causas de trabajo a un puerto y le gustaba el libro vaquero y era lo que leía, y poco a poco he adquirido ese gusto aunque no la comprensión que yo quisiera. Lo que si me preocupa es que no he podido interesar a una persona que quiero mucho ,pero lo voy a seguir intentanod a ver si un día lo logro.
Para mí leer no fue fácil pero me interesaba ,en la comunidad donde vivía mi papá asistia por causas de trabajo a un puerto y le gustaba el libro vaquero y era lo que leía, y poco a poco he adquirido ese gusto aunque no la comprensión que yo quisiera. Lo que si me preocupa es que no he podido interesar a una persona que quiero mucho ,pero lo voy a seguir intentando a ver si un día lo logro.
El gusto por la lectura nace siempre en los primeros años de vida, y en mi caso en la adolescencia, aunque en mi hogar no había mas libros que los de texto, libros que eran leidos y releidos por no haber otra entretención aparte de los juegos como mencionan otros compañeros » El lobo estas ahi, Maria Blanca, Manbru. Las estatuas de marfil por mencionar algunos» y digo que llega en la adolescencia por que es en la secundaria donde nos inducian a leer como una obligación ahi conoci a grandes escritores que fueron haciendome saborear la literatura.
Pero lo cruel venia cuando debiamos hacer nuestro reporte de lectura lo cual me hacía no disfrutarla al cien por ciento, hasta la fecha redactar se me hace difícil y es por que no eh logrado apropiarme de todos los elémentos de una buena lectura de comprensión.
Espero lograr mi propósito, habrir la caja del tesoro que encierra la lectura.
Hola:
La filosofìa de Savater en relaciòn a la lectura logra realmente que un docente despuès de leer sus lìneas, se comprometa con su profesiòn en el logro de competencias de sus……..
» hijos prestados » pero; que pasa si ponemos mil excusas del sistema educativo y no evaluamos los aprendizajes esperados plantados en ellos. Si realmente queremos incrementar el porcentaje de lectores; amèn de que tipo de lectores, debemos empezar con nuestros encomendados pero a la voz de ¡ ya ! y no dar mas largas al asunto ¿como ? pues con acciones contempladas en el desarrollo diario de nuestras clases. Sugiero dando lectura a una noticia del periòdico, una revista, unas hojas de una novela, un trìptico, un boletìn, un determinado valor, una oraciòn, un poema, una carta, ………… etc., etc., etc., pero hacerlo compañeros NO PENSAR EN HACERLO y de esta manera lograremos que nuestros hijos postizos se introduzcan en la lectura y no fallar a quièn hoy ha compartido su experiencia con nosotros…… a Fernando y algùn dìa podamos leer con gran satisfacciòn un agradecimiento a tan magnìfica labor del docente, que hoy en dìa esa labor està muy deteriorada.
Gracias y nos saludamos muy pronto.
EL AMOR NO TIENE EDAD
Como lamento no haber enfermado, y más aún, no haber tenido esa gran oportunidad de conocer los libros a tan temprana edad como algunos de ustedes; quise recordar conforme iba leyendo sus experiencias lectoras, cómo había iniciado la mía y vinieron a mi mente varios recuerdos; mi infancia jugando con mi hermano con un Diccionario, compitiendo para saber la escritura correcta y el significado de las palabras; » El galano arte de leer » y mis años en la Secundaria, en mi clase de Español, y lo interesante que era escribir cuentos, después de la lectura de ese libro.
Dicen algunos de ustedes que nos enamoramos de la lectura a temprana edad, y que es la niñez la mejor edad para hacerlo; Yo, al no haber tenido esa oportunidad a temprana edad, agradezco a Angeles Mastreta , que me haya atrapado con su libro «Arráncame la vida» y me haya pemitido saber efectivamente lo que es SER FELIZ con la lectura, y no querer ni un momento separar la mirada de las palabras, no querer dormirte hasta no llegar al final, no querer dejar al libro como lo haces con la persona amada, y es entonces cuando me fui enamorando cada vez más de la lectura , por eso pienso que no hay edad para enamorarse de los libros y de la lectura.Gracias
Al leer el relato de Savater me vino a la mente la vida del escritor y también mi maestro Sergio Pitol… en alguna ocasión le hicieron una entrevista y le preguntaron ¿cómo es que se había acercado al mundo de las letras?… él contestó que era un niño muy muy enfermo y lo tenían en un cuarto encerrado porque no podía estar expuesto a las partículas del aire … como no podía ir a la escuela… una tia le regaló los libros de Julio Verne y fue de esta manera como él le dio la vuelta al mundo en 80 días… Si nos damos cuenta las vidas de estos escritores se parecen mucho…
La lectura para mí es como la música, si un libro te gusta te lo adueñas y se vuelve parte de ti, al igual que las canciones… incluso aveces manifestamos » pareciera que están narrando parte de mi vida» … Yo crecí con los cuentos de Grimm… en ese entonces mi vida era tan rosa que ansiaba encontrarme al principe azul de todos los cuentos… Estando en la Facultad me encontré con Madame Bovary y mis perspectivas del ver el mundo cambiaron totalmente … Ahí fue donde me dí cuenta que los principes azules sólo son parte de los cuentos y que en la vida real no existe…
EL RIESGO DE LEER
Vivo atrapado en la aventura de leer desde hace muchos años. Recuerdo con nostalgia mi primera biblioteca: una pequeña repisa con cinco libros empolvados. Mi padre, empeñado en preservar a su familia de los avatares de los años 60’s, formó su propio castillo de la pureza, que mis hermanos mayores burlaban con cierta facilidad. Menos audaces y más resignados, en el recinto aquel sólo quedábamos mi hermana de seis años y yo, un año menor. Inolvidables días en que escuchaba embelesado las balbuceantes lecturas que mi hermana hacía de aquellos libros entre los que recuerdo “Corazón, Diario de un niño”, “Platero y Yo”, “El Jardinero” y “La Luna Nueva” de Tagore, y otro de poemas.
Esos libros se convirtieron en mis cómplices y compañeros. Los acaricié y los froté tantas veces que el genio que vivía en ellos me concedió la facultad de aprender a leer antes de asistir a la escuela. En sus páginas jugué un terapéutico vaivén entre la soledad y la esperanza. Leyendo pude combinar mi esencia de niño con las ventajas de la media locura para elevarme por encima de un mundo sin juegos infantiles, pleno de injustas exclusiones.
Al paso de los años, mi viaje literario continúa. A lo largo de mi vida he conocido a muchas personas que hablan de la inutilidad de la lectura. Sin renegar de mi firme convicción lectora, reconozco que tienen algo de razón. Y es que realmente se puede vivir sin leer; se puede conseguir trabajo, casarse, tener hijos, amasar fortuna y hasta morirse sin haber leído un libro (hay muchos ejemplos a nuestro alrededor). Tampoco hay evidencias palpables que distingan a una persona que lee por gusto de alguien que no lo hace.
A pesar de tantos libros leídos, o tal vez por eso, sigo lleno de contradicciones. Leer tanto ni siquiera me ha hecho mejor persona, ni más sociable, ni más feliz. Es más, la Literatura a veces me ha complicado la vida. Los personajes de mis libros favoritos no son siempre ejemplos a seguir: lectores enloquecidos, visitantes de pueblos fantasmas, jubilados sin pensión, mujeres sin dignidad, cincuentones enamorados, hombres-insectos, niños sin futuro, amantes despistados, asesinos por error, indígenas marginados, etc.
Lo que puedo decir a favor de la lectura es que tal vez mi vida, con todo lo errática que es, no sería la misma si no fuera lector. Leer me ha hecho un eterno inconforme que no se contenta con esperar que el tiempo pase. Tengo la plena convicción de que a este mundo no sólo vine a trabajar y acumular bienes materiales (poco, en ambos casos). La literatura me ha permitido pretender ideales y cambios que necesita mi vida para alejarme del gris que me persigue y acercarme a los colores que me agradan. Leer me ha dado el valor para expresar un reclamo en medio de muchos aplausos y de pronunciar un NO cuando medio mundo dice SÍ.
Como decía antes, la lectura no me ha hecho feliz pero me ha hecho habitante de otra tierra y otros tiempos, donde es posible ser todo lo que no soy. El mayor beneficio que he obtenido con la Literatura es que ha provocado en mí un coraje para vivir en este mundo que aparentemente avanza hacia la felicidad. Me rebelo a pensar como todos: a creer que solo tengo que cumplir un destino. La Literatura me zarandea para que la conformidad no me convenza. Es el medio que nos lleva a superar nuestra condición de destinados, de espacios reducidos y, finalmente, nos lleva a luchar por los sueños de los alocados inconformes que somos, los que tenemos, entre otros vicios, la pasión por la Lectura. Los empecinados usuarios del poder de la palabra que hemos decidido continuar creyendo en ella a pesar de enfrentar los riesgos de leer.
Víctor Castañón
cocodilo@prodigy.net.mx
Cuando hiba a la primaria, aprendi a leer muy bien, a tomar en cuenta la comas, contar en silencio uno, dos y para los puntos uno, dos tres. además era la niña que siempre escogían para decir recitaciones, ahora sé que esto fui importante, sin embargo no aprendí a intectuar con los textos, esto ha surgido en epocas más recientes cuendo me ha tocado «pelearme» con los textos universitarios.
Actualmente disfruto de algunos generos de lectura, (lectura por placer) pero con algunos otros aun me falta desdarrollar el gusto y la habilidad.
«Infancia es destino» y ya hay quien refuta esta frase y es motivo, incluso, de terapias para cambiar ese destino predeterminado. La Secretaría de Salud tiene un Programa al cual ha llamado «Habilidades saludables», una de las pláticas la han titulado resciliencia que es precisamente como salir fortalecido después de una experiencia drámatica y adversa.
Pero estoy de acuerdo que la infancia juega un papel muy importante en el destino de la persona, no de una manera determinante pero sí importante.
Con respecto a mis inicios lectores, les comento que yo asistía de visita, acompañando a mis hermanos mayores, a la escuela primaria, como aprendí a leer en el transcurso del año me inscribieron en primer grado aunque yo era de preescolar.
En la primaria no me gustaba leer, sufría cuando tenía que hacerlo; leer el libro de historia era una verdadera tortura, yo prefería que me lo platicaran y gozaba de los relatos de las personas mayores.
A mi hermana mayor le encantaba leer historia y yo aprendía oyendo su lectura en voz alta. Fué mi padre quien siempre estaba explicando la importancia del estudio de Español y Matemáticas (se adelantó a la reforma) como herramientas para aprendizajes futuros.
No fué sino hasta la adolescencia que empecé a disfrutar la lectura, a leer por gusto y sin imposición escolar. Gusto que aún conservo, siempre tengo un libro en la cabecera de mi cama y no me duermo sin haber leído algo.
Tuve muy buenos maestros de Español y Literatura en la secundaria y preparatoria, con quienes entendí la importancia de la lectura y cómo años antes mi padre insistía en ello.
Ese gusto me ayudó mucho en el paso por una Universidad ya que hay que investigar y leer bastante.
Siempre leo cuando estoy en cama, pero disfruto más la lectura cuando estoy sana y en mis cinco sentidos que debilitada por la enfermedad.
De este diplomado disfruto, entre otros contenidos, las lecturas Para saber más.
La alegría de leer …. No tenía los seis años de edad requeridos para ingresar a la escuela primaria, tenía cinco y no querían aceptarme; por fin ante mi gran deseo de asistir a la escuela junto con mi hermana mayor, la directora a quien llamaban la Señora Lupe, me aceptó temporalmente diciendo: si aprende a leer, la inscribo. Afortunadamente, aprendí a leer en el tiempo establecido, al igual que mis compañeros mayores que yo y, con mucha alegría me quedé en la escuela..Así me inicié en la interminable y grata aventura de la lectura y el gusto por los libros, aún los recuerdo y los aprecio; qué gran tesoro, no eran gratuitos y mis padres tuvieron que trabajar mucho para poder comprar los útiles, así los llamábamos; recuerdo haber forrado los libros con papel periódico o papel de estraza, era la forma de conservarlos en buen estado para que fueran usados también por nuestras hermanas menores. La escuela secundaria.. una nueva etapa, de ella recuerdo con gran afecto al maestro de Literatura, el Profesor Juan Cantú, fueron muchos los libros y poemas que nos encomendó leer, recuerdo el libro de Mujercitas. El maestro nos llamaba por lista y con temor pasábamos al frente para relatar lo que habíamos leído. Ahora, valoro en verdad las experiencias vividas a través de esas primeras obras literarias y sobre todo, la experiencia de compartir la lectura ante mi maestro y compañeros de grupo; dando a conocer el argumento, transmitíamos también las emociones que la lectura había generado en nosotros.
Cuando yo era pequeña, casi no me comunicaba de manera oral, me gustaba mucho estar sola, y yo era feliz leyendo, escribiendo, estuidiando.
Leí una hermosa novela llamada «María», me encantó de corazón, ya que es muy romántica, yo me imaginaba ser la protagonista, soñaba con mi «amado Efraín», que era un jóven guapo, inteligente y muy noble. (Personaje principal de la novela).
Fue muy reconfortante para mí pasar gran parte de mi niñez acompañada de excelentes «amigos», mis libros que aún conservo algunos de ellos, y es muy seguro que me moriré «a su lado».
Hola a todos:
Este espacio me recuerda la alegría de leer no en la infancia, porque toda la cercanía de libros que tenía eran los escolares, sino que cuando inicié mi labor docente adquirí grandes tesoros como el entrañable Macondo en “Cien años de soledad” o “La biografía de Frida Kahlo”, historias tan impactantes que me impulsaban a leer más y más.
Recuerdo que lo más emocionante era entenderlos, analizarlos, saborearlos y volverlos a leer. Gracias al gusto por la lectura, estos libros fueron la base para muchos otros más.
Hoy me siento satisfecha por que el gusto por la lectura ha sido muy útil en mi vida diaria, lo que me motiva para desarrollarlo en mis alumnos.
Reciban un caluroso saludo.
Creo que una de las mayores ventajas de quienes desarrollamos el amor por la lectura es el hecho de que no existió la interferencia de la televisión. Las distracciones de hace algunos años lo eran las radionovelas y revistas,libros y periódicos que llegaban a caer en nuestras manos. En particular crecí con los cómics de Memín, La pequeña Lulú,etc. y era la gloria cuando ya en la escuela podía pedir prestados libros para llevarme a la casa y poder leerlos. Mi imaginación se desbocaba con las imágenes creadas de montañas, valles,desiertos, personajes vestidos de mil maneras con colores recreados en mi mente. Es un gusto que he tratado de desarrollar en mis hijos y mis niños pues considero que quien sabe amar la lectura es capaz de comunicar sensiblemente sus sentimientos.
Yo no tengo mucho que leo sin embsargo recuerdo que cuando era niña solo leía enla biblioteca pública enciclopedias que llamaban mi atención. En casa había libros como el Zarco, el vitral, la revolución industrial la revolución francesa, el manifiesto comunista, libros de geografía de mis primos o no se de quien era pero no concluía la lectura. Recientemente cuando me encontraba estudiando la Normal superior en Federalizada en Puebla en tercer grado nos impartio clases el profesor Eugenio Pacheco Cejeda nos dio a conocer su plan de trabajo durante el semestre y teniamos que leer 14 libros deciamos uy son demasiados cuando vamos a terminar y conforme fuimos adquieriendo los libros me fui adentrando a la lectura de los libros unos escritos por él, (Camellos en el Jardin, antología de cuentos poblanos, el maldito amor de mi abuelita, cuentos de navidad, etc.) otros por otros autores y una antología de cuentos poblanos donde el profesor era antologador. Recuerdo un cuento que escribió porque fue real nos describía como era era su pueblo y conforme iba leyendo me iba imaginando el calor quemante de la region, la lluvia, ese olor a tierra húmeda y la inquietud de conocer el lugar que nos conto en ese cuento; considero que el profesor Eugenio fue una persona importante que desperto en mí el interes por la lectura. Asimismo otra profesora que también influyo se llama Alejandra Cisneros quien también tenía un plan de trabajo similar al profesor que mencione disfrute de la lectura de Mujeres de Ojos Grandes, Aura, los crímenes en la calle morgue,etc. Cuando encontramos sentido a la lectura nos encotramos como en otra dimensión y queremos saber como termina la historia cuando no nos interesa perdemos sentido.
En mi caso aprendí a leer no gracias a la escuela, sino gracias a que mi mamá acostumbraba a leerme casi todas las noches algunos cuentos infantiles. Un día, tuvo a bien decirme que el final me lo leería en otra ocasión; el cuento estaba tan emocionante que yo no podía esperar para después, así que con los conocimientos que tenía hasta ese momento comencé a leer el resto. Recuerdo que me fué tan sencillo continuar, que cuando terminé la historia solo pensaba en leer un nuevo cuento.
Por esto considero que la lectura en la escuela debe ser del interés del niño, permitirle e incitarle a que explore diferentes textos y no solamente los que marca el programa escolar, pues recordemos que los intereses personales son muy diversos.
Es cierto lo que dice Carlos Fuentes, ‘los abusos al pueblo mexicano han sido debido a la ignorancia de la mayoría’; estos abusos contínúan al igual que la ignorancia, y mucho es porque los métodos de enseñanza no han sido los adecuados para formar seres humanos críticos y con interés por descubrir más cada día.
Leyendo el texto de Fernando Savater, vinieron a mi mente episodios de mi infancia, una infancia cargada de la ausencia de portadores de texto, con muy poca atención en cuanto a la lectura, provengo de una familia numerosa en la que lo importante era atender a los hijos mas pequeños, soy la tercera de 8 hermanos y siempre fuí demaciado inquieta, al cumplir 5 años quise ir a la escuela, una escuela pequeña pero de organización completa, ubicada en un medio rural, me inscribieron sín mayor problema, siempre fuí de estatura alta así que no repararon en mi edad, para mi fué una experiencia hermosa, yo fuí muy felíz cuando pude leer por primera ocasión una frase completa, porque no hubo quien me parara, aprendí a leer antes que mis 2 hermanos mayores, eso alegro a mis papas, por un lado y por otro les preocupo y creo que esa actitud mía e interes en leer, fue determinante para que mi papá y mi mamá pusieran mayor atención en mis hermanos y tuvieran como prioridad darnos «estudio» a todos los que así lo desearamos 6 de los 8 somos profesionistas, solo yo soy maestra y bendigo el día en que tome esa decisión, porque gracias a ello tengo la oportunidad de conectarme con mis alumnos, comprometerme y tratar de darles y brindarles mi mejor esfuerzo para lograr que adquieran los elementos necesarios para adentrarse en el formidable proceso de la literacidad y que en un futuro no muy lejano sean lectores competentes y esten dispuestos y preparados para enfrentar cualquier reto que la vida les ofrezca. Gracias, de verdad gracias, estos momentos han sido hermosos me hicieron revivir tantos episodios maravillosos y al evocarlos retroalimentarme para entregarme aún más a mi trabajo.
¡ AH, EL GUSTO POR LEER ! …………..
En los placenteros recuerdos de las ideas vagas y de los placeres de las amadas lecturas para mi descubiertas a la edad de la travesia por la secundaria, no se a ciencia cierta cual pudo ser el detonante a esta facinanrte distración, algunas como los recuerdos de las fantasticas aventuras de Agata Cristhi.,
otros como los 3 mosqueteros, el cuadro de dorian Grei,
algo de stephen king,de salvador gaviota, Cien años de soledad, entre otros recuerdos………..
Los recuerdos de los interminables viajes en autobus desde el lugar de trabajo como docente por los diferentes sitios, desde Poza Rica Veracruz hasta Nuevo Laredo, hacia mi casa familiar, por mas de cuatro años, viajes que disfrutaba siempre de la compañia de un libro solo para leer en el camino de ida y vuelta.
El gusto por la lectura……………
Hacer remembranza de mi primera experiencia con la lectura es fascinante, en mis circunstancias raras de la infancia fue algo así como un refugio que disfrutaba, me evadía en las lecturas de mis libros de texto, todo lo demás carecía de importancia, los materiales escolares de los que carecía los suplantaba con momentos de lectura que gozaba al máximo, mi imaginación viajaba a lugares maravillosos.
El arribo a la adolescencia no implicó mayor dificultad, no intenté buscar respuestas «superitiflaúticas» vivía en un mundo de adultos, pero en un rincón en el que aprovechaba disfrutar mi soledad, con una lectura que me agenciaba ya sea de la biblioteca de la escuela o de algún librero de mis familiares.
Esa fue mi trayectoria pero una vez que ingresé a la Escuela Normal, la lectura fue un reto por descubrir y mantenerme en el camino para enfrentar la rigurosa necesidad de preparar mis clases, ahora casi al final del camino de mi vida profesional activa sigo urgando y poniendo en juego mi intencíon de interpretar y reflexionar los textos, es la mejor forma de agradecer a la vida y a mis maestros la maravillosa oportunidad de la lectura que tantas emociones me ha obsequiado.
Siempre recuerdo mi niñez entre dibujos escolares; mapas; cuentos para colorear; libros y sobre todo al cobrador porque mi madre siempre debìa… sì!!!, al señor de las enciclopedias. Ella siempre nos decìa: Algùn dìa me lo agradeceràn esta inversiòn que hago por ustedes.
¡Cuànta razòn tuvo!… ME FOMENTÒ EL GUSTO POR LA LECTURA, durante la secundaria los trabajos de investigaciòn fueron muy interesantes para mì y me «deboraba» libros. Actualmente no sòlo sigo leyendo, sino que lo fomento a mis hijos y alumnos. Ademàs ya tambièn me gusta escibir cuentos, poesìas, versos. Bueno, allì les van unos versos Tamaulipecos:
A toda la concurrencia
que en este lugar se ha citado,
escuchen estos versos
que con gusto se han rimado.
¡Tamaulipas es mi tierra!.
donde he crecido y educado,
Tierra de gente sincera,
de paloma, y del venado.
¡Hay que chula es la Huasteca!,
con su fpertil llanura,
y en Miquihuana, Bustamante y Tula,
¡pa los hombres cabales!,
la chabinda y la montura!.
¡Oigan todos señores!,
en la Laguna Madre,
los pescadores ganan la vida,
pescando cazòn
sin faltar la corvina,
y el sabroso camaròn.
estoy verdaderamente impresionada con los comentarios de todos ustedes ( la mayorìa) que se involucraron en el proceso lector desde su infancia, yo realmente no tuve la oportunidad, y no porque no tuviera los libros, enciclopedias, etc., sino solamente porque no tenìa la motivaciòn para realizarlo, pero ya en la etapa de la secundaria me fue obligatorio hacerlo para realizar las tareas y porque querìa ser maestra ya en la normal, y ahora lo hago muy usual pero cualndo se requiere y quiero que mis seres màs queridos lo empiecen màs porque como dicen SOMOS LO QUE LEEMOS entonces QUÈ SOMOS si ni siquiera tomamos un libro por equivocaciòn, y en este diplomado he aprendido y cmpartido el arte de leer par ser mejores en esta sociedad tan complicada en ocasiones que si no lees no tienes con que defenderte, hay que actuar no nadàmàs hacer ruido como la carreta, los felicito y he aprendido de ustedes para motivar a mis seres queridos y ser alguien en la sociedad para tener que aportar y no nos ignoren. SALUDOS
En lo que respecta a mi persona, desde muy pequeña me fue inculcado el hábito de la lectura, porque a mis padres, les gustaba mucho leer y nos transmitían ese gusto por lo mismo. Asimismo en la escuela desde la primaria nos invitaban mucho a leer (por ejemplo en los momentos en que estábamos haciendo alguna manualidad se pedía a una de las alumnas que pasara al frente y nos fuera leyendo un libro que la mayoría hubiera elegido), posteriormente secundaria y bachillerato ya nos pedían en forma individual ese acercamiento a los libros y luego una especie de mesa redonda donde cada una expusiera el libro que había leído y esto nos daba la pauta para interesarnos quizás más en alguno de los que hubiera leído alguna de las compañeras y por el gusto con el que lo había narrado entonces lo intercambiábamos y lo leíamos sin que se nos hiciera obligatorio.
A la fecha sigo leyendo bastante, me gusta y sobretodo siento que es algo que me relaja, que me lleva a imaginar y a buscar nuevos horizontes. Ésto trato de inculcarlo en mis hijos y en mis alumnos y buscar no nada más leer sino esa literacidad que ahora es tan necesaria en nuestro vivir diario. Me gusta saber que a varios de ustedes también les agrade porque ésto nos ayudará a mejorar el nivel de educación en nuestra entorno y nuestra patria.
SOMOS LO QUE LEEMOS.
Estoy de acuerdo con la autora cuando dice: «Somos lo que leemos». Hace muchos años, para ser exactos 21, se casó una prima muy jóven, tenía escasos 17 años, no había terminado de estudiar la preparatoria, años después se divorció y decidió regresar a la escuela a terminar la educación media Superior y posteriormente estudió para maestra de Primaria, finalmente se titulo y dijo un buen día en una reunión familiar: «Estudiar me ha cambiado mi forma de pensar», jamás lo he olvidado y hoy que leo a la autora me recuerda perfectamente aquel día.
La lectura nos hace mejores en todos los sentidos, es decir somos un seres BIOPSICOSOCIOCULTURAL, leer nos da autoestima,podemos participar en temas diversos, además de que aprendemos redacción y ortografía. Como docentes tenemos un gran reto, ya no es únicamente que el jóven lea, ahora tenemos que hacer que use esa información en bien propio y el de su entorno. Felicidades a mis compañeros maestros que siguen activos en el diplomado. Tenemos mucho por hacer con los alumnos pero presisamente necesitan de maestros comprometidos y entusiastas como nosotros. Gracias y hasta la próxima.
Desde que tenía aproximadamente unos 5 años de edad (tengo memoria de teflón) llegó a visitarnos el tío Vidal, hermano de mi madre, un buen hombre que trabajaba como maestro de una escuela primaria en Mexicali, Baja California. Nosotros eramos una familia humilde de 11 integrantes, y recuerdo que la suya era, en número, similar e incluso superior. Nuestra casa consistía en una sola habitación y una pequeña área que servía de cocina y comedor. Era una verdadera proesa acomodarnos a la hora de dormir; el piso no era sino una gran «cama» en el cual dominaban los «tendidos» (cartones y cobijas extendidas) para acostarnos sobre ellos. Hoy que somos adultos bromeamos entre hermanos al decir que poco faltó para dormir como murciélagos, colgados en el techo.
En aquel entonces, su sueldo de profesor le era suficiente para darle una calidad de vida digna a su familia, en franca comparación con la nuestra que era muy limitada.
Recuerdo que viajaba en tren desde su lugar de residencia hasta nuestra pequeña casa de tejas enclavada en un barrio cercano al ingenio azucarero «El Molino», propiedad de la familia Menchaca de Tepic, Nayarit.
A mi madre le traía algunos regalos, y a nosotros ropa, calzado y/o algunos dulces, juguetes y chocolates. Para mí, y supongo que para mis padres (particularmente mi madre) y hermanos fueron tiempos muy felices. Nosotros, en esa divina etapa de chiquillos ajenos a toda preocupación, disfrutabamos con los primos de los juegos, las charlas cotidianas y hasta los pequeños pleitos que surgían producto de la interacción.
Cuando «el tío Vidal» se iba, la tristeza nos hacia su presa y deseabamos con toda nuestra fuerza que pasara rápido el tiempo y que regresara para el siguiente verano. Y es que con él nos divertíamos de como con ninguno: nos ponía algunos retos y como premio nos daba algunas monedas, nos contaba adivinanzas y consejos, algunas de sus mentiras, pero sobretodo recuerdo sus cuentos. Eran los momentos que yo prefería al estar cerca de él. «La serpiente y el campesino», «El señor, el niño y el burro», «La maquinita de sal» eran tan solo algunos de los que aprendí de su sabia experiencia.
Hoy que me he convertido en profesor, al igual que lo él lo fue, lo recuerdo con cariño cada vez que les cuento a mis alumnos de primaria alguna de sus historias o de otras que he aprendido a lo largo de la vida y hago eso en su memoria. Me parece ver en los chamacos la misma expresión y deseo que yo experimentaba con él en sus narraciones, e intento encausar ese placer hacia la lectura de los libros del Rincón que tenemos en la escuela.
Expresiones como la de «Gabo» (Gabriel García Márquez), sobre el discurso anecdótico de aquel incidente en el que por la expresión de un sacerdote le mostró «el poder de la palabra»; y la argumentación de Marinés Medero en su obra «Volvamos a la palabra», me hacen reflexionar sobre la importancia de ésta, ya sea oral o escrita, y sobre la necesidad de desarrollarla junto con nuestros pequeños estudiantes.
LA ALEGRIA DE LEER
Yo de niña tuve un novio muy especial, valiente como ninguno, amable como pocos, caballeroso y seductor como todos… ¡Sí! Mi novio fue PETER PAN y yo imaginaba ser CAMPANITA por el solo hecho de estar junto a él. Con el paso del tiempo me enamoré de Pablo Neruda (con profundo respeto), porque leer sus poemas me trasladaban a un mundo de amor sin fronteras, y yo imaginé que era su musa, fuente de inspiración. Me convertí en YOLANDA VARGAS DULCHÉ y bailé con Rarotonga y sufrí con Maria Isabel, convirtiéndome también en esa geisha en el Pecado de Oyuki…
Hoy, en esta etapa de mi vida, sigo sintiéndome la protagonista de las novelas de Carlos Cuauhtémoc Sánchez y de Paulo Coello y los dos me han invitado a escribir en las páginas de mis hojas blancas.
Leer, da una energía vital para nutrir el espíritu de nuestra imaginación viajera y hacer virtual nuestros deseos más íntimos, es no dejarnos morir en el intento de vivir otras vidas en comunión con la nuestra.
Mis recuerdos al comenzar a leer evocan un entusiasmo por mostrar y sorprender al abuelo de mis habilidades lectoras al inicio del 1° año de primaria.
El abuelo tenia toda la autoridad y nuestro respeto, lo visitabamos todos los domingos hasta su fallecimiento a los 84 años de edad, iva con en siglo ya que nació en 1900, la hora de la comida era espectacular por los ricos guisos de mamaani, despues la charla de sobremesa siempre interesante y en muchas ocaciones repetitiva de anegdotas, vivencias y experiencias de los tiempos pasados, hasta los chistes de tiempos de la revolución. En ese contexto me acercaba con el periódico y le decía, mira abuelo ya se leer, quieres que te lea algo, y el me decía claro haber aquí, y yo trataba de ganar tiempo para ver la palabra completa sacudiendo con mi mano las migajas de pan que no había en el periódico pero que me provocaban deletrear y ver parcialmente las palabras, el con su gran pasiencia me escuchaba y me animaba a seguir intentandolo al grado que para mi era lo más importante el intentarlo.
Al pasar el tiempo descubri el gusto por la lectura por andar de enamorado, intercambiamos libros y me oblige a leerlos para comentarlos y hasta sugería que lo subrayaran para poder ubicar que les intereso, los libros eran El arte de amar de Eric From y el Proyecto Paloma de Irvin Wallas, realmente disfrute y vivi esa novela, al grado que me parece haber viajado y conocido venecia e incluso tomar la posima de la eterna juventud, imaginandome los personajes y poniendoles rostros. Los enamoramientos terminaban pero las lecturas nunca se me olvidarón aunque persisten los problemas de ortografía crea que sigo disfrutando el seguir intentando leer para sentirme feliz y ahora en la etapa de ser padres suelo limpiar los textos para que Alan mi hijo de 7 años evite el deletreo.
Seguro que «Infancia es destino» y que «La vida es un ciclo muy bello que hay que disfrutar».
Saludor cordiales y mucho exito.
No sé qué pasó… –Tengo que leerlo-decía para mis adentros. Quizá era la publicidad post mórten (¿lo escribí bien?) de las obras de Juan Rulfo. –¡Huy, ya me imagino, deben ser un «tiro». «El llano en llamas» y «Pedro Páramo», los tengo que conseguir- repetía.
No fue lo que yo pensaba. Ciertamente los cuentos cortos de «El llano en llamas» me gustaron, pero no era lo que esperaba. Ahora que «Pedro Páramo» fue una verdadera desilusión. Si bien es cierto que el género literario es diferente, pues la última obra es una novela, ésta me resultó muy confusa y nada interesante.
Varias veces me pregunté si sería conveniente escribir estas reflexiones sobre alguien que ha sido y es respetado universalmente como escritor, particularmente por esas 2 obras, de las pocas o únicas que escribió; desconozco de ello, no quise investigar.
¿Las razones de la desilución? Pueden ser dos:
1.- Mi escaso inteclecto no es suficiente para entender y apreciar estas obras tan reconocidas…
2.- O la culpa es de Francisco Rojas González. Me explico:
La primera vez que tuve contacto con la obra de Rojas González fue quizá cuando tendría unos 14 ó 15 años de edad. Fue puesta en escena para la televisión (TV) dos selecciones que hicieron de su magnífica obra del género de la narrativa «El diosero». Los cuentos que proyectaron en la TV fueron «La parábola del joven tuerto» y «La tona». Quedé impactado con la creatividad literaria y debo reconocer que fue una espléndida dirección, actuación, producción, etc.
Fue hasta que llegué a ser maestro cuando pude comprar el libro y disfrutarlo a plenitud. No, no se comparaba en nada con lo que había visto en la TV, la obra escrita era mil veces mejor. Me sorprendió la descripción tan detallada que hace de cada uno de los personajes, lugares y situaciones, parece que lo estuviera viviendo todo. Me introdujo al mundo creado por él.. y ¡qué creatividad! No sé por qué razón no se le han dado los créditos, el mérito que realmente merece. No desestimo a Rulfo, pero…
Sinceramente han sido pocas las ocasiones en las que he utilizado la lectura parcial de su obra entre mis jóvenes estudiantes de primaria, habrán sido unas 4 ó 5 ocasiones y un tanto igual en algunos cursos de licenciatura y maestría que he tenido la fortuna de asesorar.
Por cierto, en una ocasión le presté el libro de Rojas González a un cuñado que vino de visita y se lo llevó de regreso a Estados Unidos. Ahora vuelvo a repetir: –Lo tengo que conseguir- aunque no me refiera a la misma obra mencionada en las primeras líneas.
Los invito a leer «El diosero» y a disfrutar la obra de Francisco Rojas González, para fortuna nuestra, orgullosamente mexicano (tapatío, según tengo entendido).
Reciban saludos.
Iniciarse en la lectura durante la infancia conforma en nuestra memoria los recuerdos más placenteros y mágicos que el ser humano puede tener. Leer Las Aventuras de Sherlock Holmes a los 11 años fue una experiencia adictiva pues no soltaba mi libro de Porrúa ni para comer. Lo leí tantas veces que en cada una de ellas descubría más detalles y mi imaginación volaba diestra y siniestra.
Actualmente, he visto una o dos películas de Sherlock, pero no se compara con vivir una aventura a través del texto. Lo mismo sucede con varias obras que han sido llevadas al cine, pierden parte de su esencia. Por ello es aconsejable que tanto nuestros hijos como nuestros estudiantes sean llevados de la mano a través de los caminos de la literacidad por medio del conocimiento de nuestras experiencias lectoras, hablarles de lo que hemos leído, hacer lecturas de pasajes de obras literarias en voz alta y en atril.
El material de la Biblioteca de Aula contiene textos estímulo que pueden ayudarnos para motivar el interés por la lectura a nuestros alumnos.
GRACIAS TEC DE MOTERREY SON EXCELENTES EN CAPACITACION DEL MAGISTERIO. NO ES CIERTO, NO SON EXCELENTES. SON EXCELENTISIMOS…
JESUS EDUARDO AMECA GONZALEZ, CIUDAD VICTORIA TAMAULIPAS MEXICO……