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Somos lo que leemos

Somos lo que leemos

Maryanne Wolf una de las autoridades mundiales en dislexia ha comprendido como pocas personas el proceso lector gracias a su profundo entendimiento de las condiciones cognitivas en las cuales el cerebro funciona deficientemente en sus intentos por comprender el texto.  Ella nos dice:

… el cerebro lector forma parte de una dinámica bidireccional tremendamente eficaz.  Se puede aprender a leer gracias solo a la plasticidad del cerebro y, leyendo, el cerebro cambia para siempre tanto psicológica como intelectualmente.  Por ejemplo, en el plano neuronal, una persona que aprende a leer en chino utiliza un conjunto muy concreto de conexiones neuronales que difieren significativamente de los senderos utilizados para leer en inglés.  Cuando los lectores chinos intentan leer en inglés por primera vez, sus cerebros intentan utilizar los senderos neuronales construidos por el chino1.  Aprender a leer los caracteres chinos ha conformado literalmente el cerebro lector de los chinos.  De igual manera, gran parte de nuestra manera de pensar y de aquello en lo que pensamos se basa en las conclusiones y asociaciones generadas a partir de lo que leemos.  Como dijo el escritor Joseph Epstein: <<La biografía de cualquier escritor debería ocuparse extensamente de lo que leyó y cuando lo hizo, porque en cierto sentido, somos lo que leemos2.>>

Wolf, M. (2008, p. 21). Como aprendemos a leer: Historia y ciencia del cerebro y la lectura. España, Barcelona: Ediciones B, S.A.  

1) Tan, L.H., J. Spinks y otros. (2003). Neural Systems of Second Language Readings Are Shaped by Native Language.  Human Brain Mapping, 18, p. 158-166. 

2) Epstein, J. (1985). The Noblest Distraction, Plausible Prejudices: Essays on American Writing.  Londres: Norton. 

Si intentamos responder a la eterna pregunta del ser humano “¿Quién soy?” bien podríamos cambiar la pregunta a “¿Qué he leído?” para poder dar respuesta a la pregunta original.  Somos lo que pensamos, somos las acciones que ejecutamos en un mundo social, somos las ideas religiosas o filosóficas que sostenemos, somos los principios éticos bajo los cuales vivimos, somos las habilidades que demostramos en el mundo, somos los sentimientos que se generan en el cerebro al recibir el impacto del mundo, somos consumidores infatigables de productos perecederos y servicios y recursos… y la lista puede seguir inexorable generando más y más ejemplos de lo que somos.  En cada uno de estos ejemplos podemos preguntarnos ¿Cómo mi visión filosófica o religiosa, mi ética personal, mi conocimiento profesional, mi auto-estima, mis hábitos de consumo han sido influenciados por los libros, los anuncios, las revistas, el cine (no olviden que muchas veces el cine es texto), las estadísticas, el Internet? Vygotsky decía que “a través de otros llegamos a ser nosotros mismos” tratando de resumir en una frase la enorme transformación que sufre un ser humano en su transitar desde la cuna hasta la tumba.   Podemos modificar la frase e indicar “a través del texto llegamos a ser nosotros mismos”.  Somos una unidad inseparable con el texto.  ¿Qué tanto “somos” en un sentido totalmente original y único? No mucho tal vez.   ¿Qué tanto de lo que somos ha sido generado a través de los textos? Para todos los que vivimos fuera de las culturas ágrafas, podemos decir que en verdad a través de la localización-recuperación de la información,  de la interpretación y de la reflexión de los textos hemos llegado a ser lo que somos. Dar a un individuo la competencia lectora es darle el cincel y el martillo para esculpirse a sí mismo.   ¿Qué ejemplos tienen los lectores de Uei Tlatolli que ilustren el principio de “somos lo que leemos”?

Héctor Méndez

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