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Archive for enero 2009

Leemos para comprender

Leemos para comprender

Ahora uno de los “gurús” en la gramática del texto, Teun VanDijk, lingüista que ha influido profundamente en nuestro conocimiento sobre como el texto se transforma en significado nos dice:

Un usuario de la lengua no es ni una gramática ni una maquina: comienza a “trabajar” es decir a “comprender”, en cuanto entra la información.  No espera hasta el final de la oración ni mucho menos al final del texto.  La capacidad de la MCP [memoria a corto plazo] es como vimos limitada.  Por lo tanto, un usuario de la lengua traducirá la información de superficie en información semántica en cuanto pueda, porque es información semántica que puede almacenarse principalmente en MLP [memoria a largo plazo].  Esta es la información semántica que seguramente será necesaria en procesos posteriores de comprensión y de producción.  Esto también significa que el usuario de la lengua no va a procesar la información sintáctica primero, sino que al mismo tiempo usará toda la información semántica disponible (de la oración, del mundo y del contexto real) para asignar la estructura sintáctica correcta que, a su vez, determina una interpretación semántica posible… Aquí solo queremos retener el resultado básico de que la entrada lingüística “se traduce” en información semántica tan pronto como se puede… Es simplemente imposible recordar una secuencia larga de oraciones … así que una de las primeras tareas de un modelo de comprensión del discurso es la de organizar y reducir grandes cantidades de información muy compleja. 

Van Dijk, T. A.  (1991, p. 80). Estructuras y funciones del discurso. México, D. F.: Siglo XXI Editores.   

Grandes lectores pueden tener poco conocimiento de la gramática y de los procesos asociados a la lectura y sin embargo se benefician enormemente del texto.  Esto sucede porque son grandes comprendedores.  No esperan ni siquiera terminar una oración para ya iniciar una serie de hipótesis sobre el probable significado del material de lectura como un todo.   El gran lector no es una poderosa máquina reproductora de páginas (aunque una buena memoria definitivamente ayuda) es a todas luces una máquina creadora de significados con la capacidad de autocorregirse conforme va adquiriendo más información del texto. Para un lector el peor enemigo es la incapacidad para obtener significado de las palabras, oraciones y párrafos presentados frente a él.  Al brotar en la boca de miles de lectores la descorazonadora frase “no entiendo” se destruye desde la médula la motivación fundamental del ser humano como procesador de la información textual.   Un buen maestro conoce la zona de desarrollo próximo de sus alumnos lectores y los pone en contacto no con materiales que comprendan tan fácilmente que prácticamente no les dicen nada nuevo, ni con materiales de lectura que parezcan indescifrables.  La sabiduría pedagógica del maestro está en identificar retos óptimos, donde con ciertas dificultades el éxito de la lectura, es decir la comprensión de la misma, esté casi garantizada. Igualmente un buen maestro es un mediador del aprendizaje para aquellos cuyos recursos cognitivos son limitados, cuyo conocimiento previo parece insuficiente para lograr la tan deseada comprensión.  No hay dilemas ante tales escenarios: Lectura que no se comprende de abandona, lectura que se abandona frecuentemente impide el desarrollo del ser humano y un ser humano que no se ha desarrollado en tal dirección, no participa efectivamente en su contexto social.  

 

Uei Tlatolli espera sus comentarios, experiencias y sentimientos al respecto.  No hay mayor regalo en la lectura que la comprensión.  ¿Cómo se ha dado y como se ha negado a nuestros alumnos y a nosotros mismos tal recompensa?

 

 

Héctor Méndez

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Somos lo que leemos

Somos lo que leemos

Maryanne Wolf una de las autoridades mundiales en dislexia ha comprendido como pocas personas el proceso lector gracias a su profundo entendimiento de las condiciones cognitivas en las cuales el cerebro funciona deficientemente en sus intentos por comprender el texto.  Ella nos dice:

… el cerebro lector forma parte de una dinámica bidireccional tremendamente eficaz.  Se puede aprender a leer gracias solo a la plasticidad del cerebro y, leyendo, el cerebro cambia para siempre tanto psicológica como intelectualmente.  Por ejemplo, en el plano neuronal, una persona que aprende a leer en chino utiliza un conjunto muy concreto de conexiones neuronales que difieren significativamente de los senderos utilizados para leer en inglés.  Cuando los lectores chinos intentan leer en inglés por primera vez, sus cerebros intentan utilizar los senderos neuronales construidos por el chino1.  Aprender a leer los caracteres chinos ha conformado literalmente el cerebro lector de los chinos.  De igual manera, gran parte de nuestra manera de pensar y de aquello en lo que pensamos se basa en las conclusiones y asociaciones generadas a partir de lo que leemos.  Como dijo el escritor Joseph Epstein: <<La biografía de cualquier escritor debería ocuparse extensamente de lo que leyó y cuando lo hizo, porque en cierto sentido, somos lo que leemos2.>>

Wolf, M. (2008, p. 21). Como aprendemos a leer: Historia y ciencia del cerebro y la lectura. España, Barcelona: Ediciones B, S.A.  

1) Tan, L.H., J. Spinks y otros. (2003). Neural Systems of Second Language Readings Are Shaped by Native Language.  Human Brain Mapping, 18, p. 158-166. 

2) Epstein, J. (1985). The Noblest Distraction, Plausible Prejudices: Essays on American Writing.  Londres: Norton. 

Si intentamos responder a la eterna pregunta del ser humano “¿Quién soy?” bien podríamos cambiar la pregunta a “¿Qué he leído?” para poder dar respuesta a la pregunta original.  Somos lo que pensamos, somos las acciones que ejecutamos en un mundo social, somos las ideas religiosas o filosóficas que sostenemos, somos los principios éticos bajo los cuales vivimos, somos las habilidades que demostramos en el mundo, somos los sentimientos que se generan en el cerebro al recibir el impacto del mundo, somos consumidores infatigables de productos perecederos y servicios y recursos… y la lista puede seguir inexorable generando más y más ejemplos de lo que somos.  En cada uno de estos ejemplos podemos preguntarnos ¿Cómo mi visión filosófica o religiosa, mi ética personal, mi conocimiento profesional, mi auto-estima, mis hábitos de consumo han sido influenciados por los libros, los anuncios, las revistas, el cine (no olviden que muchas veces el cine es texto), las estadísticas, el Internet? Vygotsky decía que “a través de otros llegamos a ser nosotros mismos” tratando de resumir en una frase la enorme transformación que sufre un ser humano en su transitar desde la cuna hasta la tumba.   Podemos modificar la frase e indicar “a través del texto llegamos a ser nosotros mismos”.  Somos una unidad inseparable con el texto.  ¿Qué tanto “somos” en un sentido totalmente original y único? No mucho tal vez.   ¿Qué tanto de lo que somos ha sido generado a través de los textos? Para todos los que vivimos fuera de las culturas ágrafas, podemos decir que en verdad a través de la localización-recuperación de la información,  de la interpretación y de la reflexión de los textos hemos llegado a ser lo que somos. Dar a un individuo la competencia lectora es darle el cincel y el martillo para esculpirse a sí mismo.   ¿Qué ejemplos tienen los lectores de Uei Tlatolli que ilustren el principio de “somos lo que leemos”?

Héctor Méndez

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